Los viajeros de negocio tienen bien interiorizados los beneficios y atributos de los viajes de empresa. El reciente estudio elaborado por GEBTA e IBERIA para el mercado español ha puesto de de manifiesto que los viajeros saben que necesitan viajar para la consecución de sus objetivos empresariales (un 63% considera que todos los viajes que realiza son necesarios para ello) y de acuerdo con el último sondeo de GBTA cuidado la encuesta es a TTMM consideran muy mayoritariamente (82%), que las reuniones presenciales son más eficaces que los encuentros virtuales. Conforme al primero de los informes en cuestión, además, en un porcentaje cercano al 70% los viajeros se manifiestan dispuestos a viajar, independientemente de que se disponga de la vacuna o tratamiento para la COVID- 19 (un 31% de los viajeros de negocio viajarían ya y un  36% siempre que las condiciones del destino sean seguras).

Uno de los datos adicionales que acredita la inquietud por la vuelta a la actividad viajera es la que nos indica el elevado nivel de preocupación que genera entre los viajeros y responsables encuestados, la actividad de la competencia. En otras palabras, la preocupación por las ventajas que puedan obtener las empresas competidoras, mientras nuestra propia empresa se encuentra “varada en puerto”, porque en definitiva, mientras algunos sigan en el dique seco, la competencia puede estar sentada con nuestros mejores clientes. Así lo considera un 60% de los viajeros encuestados, que opina que las empresas que retomen más rápidamente los viajes de trabajo podrían obtener ventajas sobre las que lo hagan más tarde.

Los indicadores acerca del grado de motivación de los viajeros corporativos para volver a retomar los desplazamientos profesionales y con ello los beneficios de las reuniones presenciales son muy claros.

Pese a la contundencia de los datos, la predisposición a viajar no se corresponde con el porcentaje de viajes que se están registrando en el mercado, que en el mes de octubre se situaba en torno al 30% respecto del ejercicio 2019. La explicación a esta divergencia de magnitudes tiene una triple explicación. Por un lado debe atribuirse a las restricciones a la movilidad que se han implementado en la gran mayoría de mercados y al desconocimiento generalizado de las excepciones que son de aplicación a los viajeros de negocio. La complejidad y desagregación de la información asociada a los distintos destinos o las políticas de cuarentenas aplicables en algunos países convierten a este factor en el principal freno para los desplazamientos profesionales, como por otro lado también recoge una reciente encuesta de GBTA, que lo identifica como el principal de los obstáculos (63%) por delante de las políticas empresariales (32%).

El segundo de los factores es precisamente el endurecimiento de las políticas de viajes en las empresas españolas a raíz de la COVID-19, que ha comportado mayores limitaciones a la autonomía de los viajeros y mayor necesidad de solicitar autorizaciones para desplazarse. Con la salvedad de las empresas de determinados sectores de actividad, la mayor parte de los viajes de negocio corresponde las pymes, mientras que son las grandes compañías las que en mayor medida han establecido interdicciones generalizadas a los desplazamientos. Por suerte, los últimos indicadores disponibles parecen demostrar que desde el mes de septiembre también entre las grandes corporaciones se habría empezado a viajar:  sólo una de cada cinco mantiene esa política más restrictiva, dos de ellas las han reducido y las otras dos ya no tienen ninguna restricción para los viajes de trabajo e, incluso, han incorporado los vuelos de largo radio

Finalmente, el tercer aspecto que ejerce de barrera para el restablecimiento de los viajes lo constituye el miedo al contagio. Este último aspecto, sin embargo, presenta matices distintos en función de las diferentes fases del viaje. Destaca con diferencia, la mayor percepción de riesgo en la cabina del avión, pese a que diversos estudios publicados confirman que el grado de exposición a patógenos en aerosol es “casi inexistente” (0,0003%), y que la cabina de un avión es uno de los espacios cerrados más seguros del mundo.  El estudio de GEBTA e IBERIA identifica además, que la percepción de riesgo de los gestores de viajes es mayor que la de los viajeros en todas las etapas del viaje, mientras que estos últimos sólo perciben un riesgo relevante en cabina y destino.

Los datos que aporta el informe de GEBTA e IBERIA son muy relevantes, a la hora de identificar las palancas para reactivar los desplazamientos de las empresas en el contexto de la COVID.  Sabemos a dónde podemos viajar, conocemos los niveles de riesgo en las distintas  fases del viaje, y sabemos las condiciones sanitarias de los destinos. Mientras esperamos la distribución masiva de las vacunas podemos quedarnos a esperar y ver lo que hace nuestra competencia, o empezar a trabajar sobre los indicadores disponibles, para adaptar nuestras políticas al período de transición. Pueden parecer sólo unos cuantos meses, pero pueden ser unos meses clave para muchas empresas y negocios.

Marcel Forns (c) GEBTA 2020

 

 

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