Decía ayer (8 de julio) John Hoffman, Consejero Delegado del Mobile World Congress (MWC), en una entrevista realizada por La Vanguardia, que “el Mobile 2021 puede ser el primer gran evento mundial pospandemia”.
Para las empresas y profesionales del sector de los viajes de negocio y los eventos, hablar del MWC es hablar del día en el que toda una industria inició la caída libre hasta límites insospechados. Con la anulación del MWC empezamos a ver los efectos de la pandemia en nuestro sector de actividad, unos efectos que todavía son muy manifiestos, en particular en el segmento de las reuniones y los eventos.
La noticia de la entrevista a John Hoffman tiene un doble interés para nuestra industria: por un lado, confirma la formalización del acuerdo con Barcelona hasta el año 2024; por otro, verbaliza su apuesta por los eventos presenciales, sin ningún tipo de rubor.
El nuevo MWC “será diferente, porque el mundo es diferente, pero … habrá mucho de lo mismo”. Hoffman y su equipo apuestan por incrementar la parte presencial con la virtual, porque asumen que mucha gente no querrá o no podrá venir, pero destaca que no habrá un MWC21 virtual, y afirma que “la gente aún nos necesita para que los reunamos… yo quiero ver su cara y usted quiere ver la mía, el lenguaje no verbal”.
Hace ya algunos años, en marzo de 2017, publique un breve post titulado “el Mobile World Congress y la paradoja digital”, cuyo objetivo era explicar por qué el mayor encuentro mundial de las nuevas tecnologías y de lo digital se celebraba en un formato absolutamente presencial.
Las declaraciones de Hoffman van en esa misma línea. El éxito pasado -y el futuro- del MWC está en el valor de las reuniones presenciales y de los encuentros face to face (F2F), cuando se trata de hacer negocio. Porque de esto se trata.
Desde 2017 las cosas han cambiado mucho y todavía cambiarán más. La COVID-19 ha asestado un duro golpe a la economía mundial y se ha ensañado de modo especial con sectores como el de los viajes y los eventos. Nuestra industria cambiará, el volumen de negocio se reducirá, asistiremos a procesos de consolidación y volveremos a revisar las políticas de viajes corporativas. Como ya he contado en distintas ocasiones, muchos de estos cambios estaban previstos, pero se han visto acelerados por la pandemia.
Pero pese a ello, hay otras muchas cosas que no han cambiado, y que forman parte de la esencia del negocio. Por si durante estos meses de confinamiento lo hemos olvidado, hagamos un breve repaso de algunos argumentos que ya expuse en su día, porque no es un tema baladí:
Si calculamos el coste medio por asistente al evento y añadimos el gasto correspondiente a los 343 vuelos privados que se han desplazado a Barcelona con ocasión del encuentro (un 300% más que el año anterior), llegamos a la conclusión (estimación aproximada) de que la inversión directa total en viajes de los asistentes al MWC, podría situarse por encima de los 3,5 millones de euros.
Visto desde la distancia, las magnitudes manejadas y el volumen de movimientos generados pueden parecer paradójicos a la vista de los perfiles de los visitantes y de las características de la industria. Aparentemente, un auténtico choque de culturas entre la dimensión tecnológica y la forma tradicional de hacer negocios. La realidad es mucho más simple y resulta de la constatación de que los encuentros presenciales siguen concentrando mayor número de atributos básicos necesarios a la hora de hacer negocios, que las reuniones virtuales. Es de hecho lo que nos trata de decir Hoffman, y lo que sabe su equipo.
Pero además la asistencia al MWC presenta también ventajas en términos de ahorro. Calculemos si no el ahorro en tiempo y coste por persona que supondría realizar la media de reuniones y contactos que se prevén durante el MWC. Cerca de 215.000 euros y más de 400 horas de vuelo.
Si no fuera de este modo alguno podría pensar ¡anulemos el Mobile! Lo hacemos por videoconferencia, y así ahorramos. ¿O no?
Pues parece que no va a ser así. Ya nos ha dicho Hoffman que va a haber mucho de lo mismo y que el formato presencial es fundamental. La capacidad substitutoria de las videoconferencias tiene sus límites, y sus ventajas son otras, pero de este tema ya hablaremos otro día.
Decía Alfons Cornella en su aportación al estudio “El business travel en 2025: una mirada al futuro de los viajes de negocio” (GEBTA-Braintrust), que “el valor de la presencialidad podrá verse igualmente modificado, en la medida en la que se implante la tecnología de la realidad aumentada, sin que ello implique la desaparición de las reuniones presenciales, puesto que la relación física resulta necesaria e inherente a nuestra condición de humanos y esto no va a cambiar mientras no cambie nuestro cerebro”.
En otras palabras, que no es lo mismo.