Never underestimate the power of a good flight’s sleep!

Así reza el claim del dispositivo que British Airways ha presentado recientemente, consistente en una manta que, conectada por medio de una cinta a la cabeza de los viajeros, mide la actividad cerebral a través de sensores neuronales, con el objeto de conocer el estado de ánimo de los viajeros.

Los sensores se encargan de mandar las fluctuaciones cerebrales a las fibras ópticas de la manta, que pasarán a iluminarse en azul, si el pasajero se encuentra relajado, o tenderán al rojo, en función del nivel de estrés o de la alteración del viajero.

El dispositivo ha empezado a probarse en los trayectos entre Londres y Nueva York, con la finalidad de que la compañía aérea pueda determinar con mayor exactitud los elementos que mejoran la experiencia y el bienestar de sus clientes. El experimento ha puesto de manifiesto que los pasajeros se muestran más alterados, con mayores niveles de estrés y ansiedad, en las fases de despegue y el aterrizaje, mientras que su grado de satisfacción aumenta cuando comen, beben o disfrutan de los servicios de entretenimiento a bordo.

Pero una de las constataciones más significativas del experimento es la confirmación de que los niveles de bienestar son todavía mayores, cuando el pasajero es capaz de sumirse en un sueño profundo y reparador durante el viaje. Este es, sin duda, un aspecto clave en los viajes de media y larga distancia, en particular en el ámbito de los viajes de negocio, como hemos venido manifestando reiteradamente, puesto que no sólo permite mejorar el confort y la experiencia del pasajero, al reducir los niveles de estrés que generan los grandes desplazamientos, sino que tiene un impacto económico directo en la productividad del viaje, en la medida en la que reduce los costes ocultos al incrementar la capacidad de rendimiento del empleado.

Esta es, pues, una interesante línea de trabajo en la que compañías aéreas y la industria aeronáutica han empezado a trabajar. Tal es el caso de Airbus, recientemente galardonada con el Premio GEBTA 2014 a la Innovación, quien se ha propuesto fijar los estándares de anchura de los asientos en la aviación comercial en clase turista -pasar a las 18 pulgadas (45,72 cm), una pulgada más de su dimensión actual-, con el propósito de reducir las alteraciones del sueño que provoca un menor espacio y asegurar bienestar y descanso a los pasajeros, en rutas de medio y largo radio.

Never underestimate the power of a good flight’s sleep!

(c) Marcel Forns. GEBTA 2014

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