Los gastos complementarios suponen el 8% del paquete de gastos generales originados por los viajes de empresa. En el año 2011 las aerolíneas facturaron 18.230 millones de euros por servicios complementarios, un 66% más que en 2009 y subiendo.
La generación de ingresos a través de la aplicación de gastos complementarios no afecta exclusivamente a las compañías de bajo coste. De hecho en el Top 10 de compañías con mayores ingresos por estos conceptos, los primeros puestos están copados por aerolíneas de red, las tres primeras americanas: United Continental, Delta y American. El cuarto puesto lo ocupa Quantas. En séptima posición nos encontramos con Ryan Air.
En todo caso habría que hacer algunas matizaciones. Gran parte de los ingresos auxiliares de las compañías de red consignados en este estudio, están generados por sus programas de pasajero frecuente y son debidos a pagos de empresas participantes en los programas de fidelización de las aerolíneas. Si anuláramos este concepto, seguro que los primeros puestos pasaban a ser copados por LCC’s.
Viene ahora la pregunta del millón. ¿Las empresas deben pagar todos los gastos extras en los que incurren los viajeros de negocios? Sin duda estamos ante uno de los puntos más débiles de las políticas de viajes y en muchas ocasiones no especificado.
En un estudio de benchmarking en el mercado latinoamericano, realizado recientemente por GetThere se indicaba que mientras las aerolíneas crecían en aplicación de gastos complementarios, las empresas recortaban reembolsos por estos gastos.
· En 2010, 95% de las compañías abonaban a sus viajeros los gastos de facturación de equipaje. En 2012, sólo lo hacían el 78% de las entidades encuestadas.
· Entre 2010 y 2012 cayó un 11% el número de empresas dispuestas a abonar los gastos por los servicios a bordo solicitados por los viajeros corporativos. Sólo el 42% de las compañías latinoamericanas se hacen cargo de estos gastos, según el estudio de GetThere. En Europa parecemos más permisivos. En Francia y según CWT esta cifra alcanza casi al 60% de las empresas, aunque eso sí, vinculando el gasto a comida y bebida únicamente.
En resumen, estamos ante partidas presupuestarias valorables y que es necesario considerar y meter en política. Para empezar por algún sitio, fijemos una política de gastos teniendo en cuenta criterios como la frecuencia de uso por los viajeros de la empresa, transparencia de precios y facilidad del seguimiento de costes por parte de los compradores. ¡Es una forma de avanzar!
(c) GEBTA. Alicia Estrada, 2012.