Como decía de modo muy acertado el Presidente de IBERIA, Javier Sánchez-Prieto, en la sesión organizada en la Bolsa de Madrid por CEOE, las empresas llevan meses haciendo uso del microscopio para gestionar la coyuntura a la que nos ha arrastrado la COVID: mucho análisis de costes y todo el foco en la propia organización y en el ahorro para poder capear el temporal. Seguramente ésta ha sido la única alternativa para muchas compañías, en momentos tan complicados como los que se han vivido, pero no es una estrategia que tenga recorrido en el largo plazo.
El recurso al microscopio ha servido durante unos meses, pero no se aguanta por sí mismo, porque provoca miopía y deja de lado la mirada larga, la mirada hacia el mercado y el crecimiento, que es el objetivo natural de las compañías. Las empresas se han olvidado de utilizar el periscopio para mirar más allá de la propia organización con la finalidad de captar nuevos clientes, y en el caso de que hayan podido conservar un parte del volumen previo a la pandemia, lo más probable es que lo hayan hecho por pura inercia.
Como indican diversos estudios, la eliminación de la inversión en viajes de empresa durante dos años consecutivos comporta una reducción media de los ingresos y una caída de beneficios que requiere entre 2 y 3 años para recuperar los niveles previos al recorte. El análisis del escenario de la pasada crisis económica, en el que las empresas optaron por cortar la inversión en viajes a la primera de cambio, fue una clara prueba de ello y viene a confirmarnos los cálculos de consultoras como Oxford Economics.
En la actual coyuntura, en la que la situación sanitaria en buena parte de los mercados está controlada y se han eliminado muchas de las rigideces que dificultaban los viajes internacionales, las empresas deben considerar seriamente retomar los desplazamientos profesionales como parte de su estrategia para regresar a la senda de crecimiento, porque los datos objetivos demuestran que los viajes de empresa y las reuniones presenciales sirven de modo más eficiente para crear los vínculos y relaciones de confianza fundamentales para los negocios.
Desde el punto de vista macroeconómico, además, si tomamos en consideración la situación de España y las previsiones de crecimiento que se manejan, este approach parece imprescindible, dado que la mayor parte del crecimiento que se estima para este ejercicio y el 2022, se asocia a los efectos de las ayudas europeas, al consumo interno y la recuperación del turismo. Sin una sólida contribución del comercio exterior y las exportaciones, el crecimiento del orden del 6% se quedará muy corto, y de hecho sólo implica el efecto rebote de le economía, pero no garantiza la recuperación de los niveles previos a la pandemia.
Lo cierto es que las previsiones oficiales no han contemplado el potencial impacto de los viajes de negocio en el crecimiento económico, probablemente porque el ritmo de su recuperación se ha previsto más lento, pero esta situación podría estar a punto de cambiar, porque las condiciones en las que nos encontramos ahora no son las mismas que en el primer trimestre del año y las fronteras se están abriendo.
¿Qué tal si sacamos el periscopio y volvemos a centrarnos en los clientes y en la captación de nuevo negocio?
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