¿Puede el COVID -19 ser la tormenta perfecta que actúe de acelerador de cambios profundos en nuestro sector? ¿Qué pasaría si así fuera y, más importante todavía, qué deberíamos hacer para capear el temporal?
Y es que el coronavirus parece arrastrar consigo cambios y tendencias que estaban ahí, de manera más o menos manifiesta, que a la vista de la prolongación de la crisis sanitaria, podrían llegar a progresar más rápidamente de lo estimado. La combinación de algunas de estas tendencias, además, podría tener como consecuencia transformaciones significativas desde un punto de vista económico y de modelos de negocio.
Para analizar el impacto del coronavirus en los viajes de negocio, no obstante, hay que distinguir entre los efectos en el corto plazo y los efectos a medio y largo plazo.
En el corto plazo, la salida de la crisis sanitaria puede tener para los viajes de empresa, resulta difícil de prever, puesto que depende de diversos factores, entre ellos:
§  Duración de las medidas excepcionales
§  Situación de los mercados
§  Situación específica de las empresas del sector 
A priori, sería razonable prever que con la finalización de las medidas excepcionales las empresas deberían retomar la actividad ordinaria y centrarse en recuperar tiempo y negocio perdido durante las semanas y meses de inactividad (visitas a proveedores, clientes, mantenimientos o puestas a punto de instalaciones, etc…). Los viajes de negocio, como hemos afirmado en múltiples ocasiones, tienen un cierto carácter anticíclico que favorece su activación en momentos en los que la economía se contrae.
Pese a que ésta sería la lógica de negocio, hay que considerar la opción de que el impacto que deje la actual crisis sanitaria no permita retomar la actividad de manera tan inmediata como sería deseable, porque las empresas tendrán que recomponer sus efectivos, y porque por lo general y en el mejor de los casos habrán visto mermados sus recursos. En este punto es preciso indicar que habrá que estar también a la situación de los proveedores sectoriales y en particular a las aerolíneas, en la medida en la que en algunos casos el impacto de la crisis puede tener efectos severos sobre la oferta disponible.
Por otro lado, hay que tener en cuenta que la reacción al COVID-19 no se está realizando de modo sincronizado en todos los mercados. La salida de la crisis sanitaria va a dilatarse en muchos países, hecho que puede retardar los viajes y desplazamientos hacia determinadas áreas geográficas por parte de las empresas españolas.
Finalmente, es previsible que el escenario en los viajes de negocio no sea uniforme:
§     Reuniones con clientes y viajes vinculados con el negocio y los ciclos/cadena de producción y suministro de las empresas – La recuperación debiera ser más rápida, si bien sujeta a la apertura gradual de los mercados y a las limitaciones y restricciones que se establezcan en función de la nacionalidad de los viajeros. A priori cabe pensar en una primera fase centrada básicamente en el mercado doméstico y en mercados de proximidad del ámbito europeo, que se irá ampliando de modo progresivo.
§   Reuniones internas – como ya sucedió en 2008, es previsible que los desplazamientos de esta naturaleza se vean afectados durante lo que resta del ejercicio 2020.
§         MICE – Recuperación residual del MICE en 2020 y reprogramación para el 2021.
Además de que una parte de los eventos se habrán perdido, es probable que las partidas asignadas a esta tipología de viajes se resienta de posibles ajustes de los capítulos de marketing y se pospongan para el 2021, con el objeto de aligerar el gasto. EL MICE ha sido el primero de los subsectores en verse afectado por la crisis, y probablemente será también el último en salir de ella.
En lo que respecta al largo plazo y como hemos indicado arriba, el coronavirus parece que podría estar ejerciendo de acelerador de cambios y tendencias que estaban ahí, de manera más o menos manifiesta. La combinación de algunas de estas tendencias, además, podría tener como consecuencia transformaciones significativas desde un punto de vista económico y de modelos de negocio.
§    El primero de los efectos que observamos, tiene que ver con las estrategias de relocalización de los procesos de producción que, con la globalización, se habían trasladado a Extremo Oriente (principalmente a la China). Como indicaba, no se trata de un escenario del todo nuevo, puesto que muchas empresas habían iniciado esta senda en los últimos años, con más o menos intensidad, trasladando sus centros de fabricación al mercado doméstico o a mercados más cercanos, con costes de producción menores que el mercado interior, como Marruecos o Turquía. La situación actual favorece este tipo de estrategias, en la medida en la que diversifica el riesgo de interrupciones del suministro. Pero a la vez hay también nuevos factores que juegan a su favor, como la propia tecnología, en la medida en la que termina por reducir el diferencial del coste, respecto de los mercados con mano de obra más barata. La producción, pues, podría estar donde estén nuestros principales mercados, por ejemplo, y no necesariamente, donde el coste de mano de obra sea menor.
 El segundo de los efectos que estamos observando, a medida que el coronavirus se ha ido extendiendo en los distintos países, ha sido la toma de medidas tendentes a facilitar el teletrabajo, como alternativa a los formatos presenciales en las oficinas, así como las reuniones virtuales, en sus distintas modalidades. Del mismo modo que veíamos en el supuesto de los procesos de relocalización, la situación provocada por el COVID puede actuar de factor acelerador de estas tendencias, en particular si la unimos a la progresiva implantación de la tecnología 5G, que al eliminar la latencia y multiplicar la velocidad y volumen de información y datos que podemos transmitir, incrementa de modo sustancial la calidad de las comunicaciones. El mayor desarrollo de la reunión virtual no obstante no remplazará completamente la necesidad de reuniones presenciales, porque aquéllas presentan ciertas limitaciones, habida cuenta de que el contacto personal y las reuniones físicas son más eficientes en términos de favorecer la creatividad, el pensamiento estratégico o la generación de confianza, aspectos que resultan fundamentales para la mayoría de los negocios.
§      El tercero de los factores que entraría en juego sería el de la lucha contra el cambio climático. No tiene ninguna relación directa con la crisis del COVID-19, pero también estaba ahí, y sumado a los dos elementos anteriores, puede ejercer de acelerador de tendencia: más kilómetro cero, menos desplazamientos innecesarios. Este es un factor que a su vez está directamente asociado al perfil de las nuevas generaciones de usuarios, a los mayores niveles de sensibilidad personales en relación con los impactos de los viajes sobre el entorno, a la vez que una eventual tendencia hacia modelos de menor consumo “forzado”, como consecuencia de una menor abundancia de recursos, menor cobertura de las pensiones y sistemas sociales, y por consiguiente de menor capacidad de gasto.
Los cambios en cuestión desde luego no van a suponer la desaparición de los viajes corporativos, pero deberían traducirse en menos movimientos de personas de los que las proyecciones oficiales pronosticaban; menor crecimiento del volumen de viajes, si bien con mayores niveles de especialización y mayor peso del análisis del coste/beneficio de los desplazamientos y sin ningún tipo de duda, mayores exigencias en materia de seguridad.
La experiencia acumulada durante estas semanas en la gestión de los viajeros, por parte de las TMCs y los profesionales de las agencias de viajes, ha puesto de manifiesto la importancia de las políticas de seguridad y prevención. Nunca como ahora el rol de las agencias y sus equipos ha sido tan importante, en la medida en la que ha velado por la protección y cuidado del mayor activo de las corporaciones: sus empleados.
El volumen de operaciones de evacuación y repatriación gestionado por las TMCs y sus profesionales está siendo ingente, y ha sido capaz de moverse en un escenario de caos sin precedentes. Las empresas lo saben y convendrá no olvidarlo cuando volvamos a una cierta normalidad, porque el escenario que nos espera seguirá siendo incierto y las corporaciones, más que nunca, deberán ser muy conscientes a la hora de decidir en manos de quién ponen a sus empleados, de la misma manera que deberían considerar que la medida del valor no son las transacciones.
No resulta una afirmación nueva, pero en el actual contexto viene a cobrar toda su importancia. Siempre hemos dicho que la seguridad es un factor corrector del ahorro.
El nuevo escenario exigirá esfuerzos a todos los sectores de actividad y conllevará cambios. Afrontar este escenario y los cambios que comporte, con mayor o menor éxito dependerá de los compañeros de viaje que cada uno elija. En cualquier caso, si algo queda claro sin ningún tipo de matiz, es que no hay espacio para amateurs.
Esta es la hora de la verdad, la hora de los verdaderos profesionales.
Marcel Forns © 2020

 

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