Hay dos grandes propósitos que rigen los viajes de empresa: el desarrollo del negocio y la actividad comercial de las corporaciones, y la transferencia de conocimiento. Los congresos médicos sirven fundamentalmente a este segundo objetivo. Convenciones, congresos y conferencias constituyen un marco ideal para formarse, compartir ideas, difundir investigaciones y buenas prácticas, o simplemente establecer contactos valiosos en lo profesional, de modo mucho más eficiente y duradero que a través de las reuniones no presenciales. Diversos estudios lo confirman y es un hecho ampliamente aceptado a nivel global.

La intención del Ministerio de Hacienda de considerar pago en especie los gastos derivados de las invitaciones del personal sanitario a congresos y conferencias médicas  por parte de laboratorios farmacéuticos (gastos de desplazamiento, alojamiento y manutención, que las farmacéuticas no pagan al médico, sino que cubren directamente), y de tratarlos como rendimientos del trabajo o rendimientos de actividades profesionales es una auténtica amenaza, cuyos efectos pueden ser devastadores para la investigación y el nivel de excelencia del colectivo médico de este país. Ante el escenario que plantea el Ministerio, resulta previsible pensar que si a partir de ahora los colectivos médicos y sanitarios españoles van a tributar por la asistencia a congresos y conferencias, los niveles de a participación van a tender a cero. Menos capacidad de formarse, menos capacidad de compartir y desarrollar conocimiento, menos proyección de nuestros profesionales e investigadores en el exterior …. en definitiva, un escenario preocupante y de claro retroceso.


Estos gastos han estado hasta la fecha exentos de tributación del Impuesto de la Renta de las Personas Físicas (IRPF), al considerarse mayoritariamente formación necesaria para la profesión. La estricta regulación de las invitaciones de las compañías farmacéuticas y los propios códigos deontológicos con los que se ha dotado la industria, (la patronal Farmaindustria aprobó en 2016 su nuevo Código de Buenas Prácticas), establecen de modo claro y detallado las restricciones y prohibiciones que deben regir en materia de la interrelación con profesionales y organizaciones sanitarias (Capítulo II), dejando poco o nulo margen de duda acerca del alcance y contenido, de las invitaciones a congresos y conferencias médica. Adicionalmente, el nuevo código establece que a partir de junio de 2018, los laboratorios están obligados a publicar todos los pagos efectuados, identificando a cada profesional y la cuantía de las llamadas “transferencias de valor”, aspecto que constituye una prueba clara de transparencia en su relación con el sector médico.


Sin duda, todas estas autorregulaciones no pueden garantizar la existencia de supuestos de irregularidades, como sucede en otros tantos ámbitos, pero de ningún modo justifican el cambio de tratamiento fiscal que reciben las invitaciones a congresos médicos, a la vista de los efectos que van a comportar. La resolución del TEAC (Tribunal Económico-Administrativo Central), que ha servido de base a la Subdirección General de Información y Asistencia Tributaria de la AEAT para calificar de retribuciones en especie a profesionales sanitarios, los pagos realizados a una compañía en concepto de patrocinio de becas para la asistencia a congresos, corresponde a supuestos de hecho acaecidos una década atrás (ejercicios 2007 y 2008), que nada tienen que ver con los códigos y la transparencia que rigen actualmente en la industria farmacéutica y que, por consiguiente, ni pueden vincularse ni ser utilizados para poner en cuestión el modelo de éxito en el que se basan actualmente las prácticas y la relación entre los profesionales sanitarios y la industria en España, como pone de manifiesto la Nota sobre la tributación de ayudas a la formación de profesionales sanitarios, publicada recientemente por Farmaindustria.


Más allá de tratarse de un grave error y de un total despropósito, que debe evitarse a toda costa, resulta inevitable preguntarse si verdaderamente deben ser éstas las prioridades de un país que ocupa un lugar de honor en el ranking de corrupción y el fraude. No es raro hacerse tal reflexión, cuando se ha sufrido la pérdida de un familiar y amigo, a quien los avances de la ciencia le han podido regalar 15 años de vida, tras la detección de una enfermedad grave. Muchos de estos avances han sido el resultado de horas de estudio e investigación de laboratorio, pero otras muchas las debemos a la interrelación de la comunidad científica y profesional con la industria, a través de congresos y conferencias. ¿Con qué argumentos vamos a explicar a la ciudadanía el impacto de una medida como la que nos ocupa , cuando en último término los beneficiarios de la formación y transferencia de conocimiento de los congresos médicos no son otros que el paciente y el sistema sanitario español?

Marcel Forns (c) GEBTA 2017


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